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De todas las características del ser humano, la que más me repugna es la idiotez. Ya que estableciéndose el hombre como parte primera en el uso del raciocinio y la lógica, desaprovechamos todas las oportunidades que nos otorga la razón en post de acciones estúpidas y carentes de sentido de la realidad.  Y es que tristemente la idiocia no es sancionable por vía penal, ni administrativa. Y digo tristemente, ya que gracias a ello seguramente nos podríamos ahorrar a tener a  presuntos pensadores con voz pública soltando  tiras de mierda sin sentido alguno.

Y es que cada vez que un idiota, procede a armarse de razones, ira y argumentos, resulta que el tonto se arranca. Nada hay más peligroso que un idiota que se cree en la posesión de la razón absoluta.

El mundo no es justo, pero eso no es culpa  absoluta de los abogados. El intentar centrar una fecha de cuando este mundo empezó a dejar de ser justo, es como intentar fechar la primera vez que un neandertal se cabreó con su sexto hermano y le apuñaló. Le hago conocedor de un pequeño aspecto, querido y desinformado escritor argentino de Mercedes, el mundo es una mierda antes de que se inventaran los abogados. Los mentirosos, los estafadores, ladrones, violadores, pederastas, asesinos y homicidas, nacen antes todos que los abogados. Y antes que el letrado llegan las figuras  que deciden sobre la vida de unos y otros.   Al abogado, lo invitaron a dicha fiesta, sí, pero  cuando ya todo el mundo iba borracho, y tocaba irse a casa.

Querido señor Casciari, la inocencia también es relativa. Probablemente en su justo mundo, su inocente panadero hubiera apuñalado  al carpintero por  frecuentar éste a su puta preferida. Y es que todos somos en potencia culpables, todos, en potencia hemos  llevado a cabo una conducta que pudiera considerarse lesiva para otro o que viole el derecho -una vez, claro está, hemos alcanzado cierto conocimiento y adquirido determinada madurez sobre dónde vivimos. El mundo no es justo,  y la inocencia tampoco es absoluta cuando crecemos y nos establecemos como miembros de una sociedad global viciada de intereses, y conductas  que se encuentran en continua colisión.

Y si no, dígame ¿quién es el culpable en el caso del panadero?. El panadero, ¿no?, fácil, ha cometido un asesinato. Perfecto. Pero es que el panadero sentía verdadero amor  por su puta preferida.  Es por ello, por amor, por lo cual asesinó al carpintero; eso mezclado con una gran cantidad de alcohol  le llevó a que en una noche cualquiera un inocente panadero se convirtiera en un hombre que había apuñalado al carpintero.  Y que hacemos con ese panadero, meterlo a una prisión, internarlo en un centro de enfermos mentales, o simplemente ojo por ojo. Pues depende, en la época del talión, adiós panadero; en la época de Roma, hubiera tenido derecho a matar al carpintero y a su puta, sin necesidad de ir borracho; en la época actual,  habrá que determinar si ha asesinado bajo una fuerte alteración mental,  o si ha realizado un acto totalmente consciente. Como puede ver el mundo creado por los hombres nunca resulta ni justo, ni inocente, y en consecuencia nacen grandes vicios como la mentira y la idiotez.

Un abogado, es un gran hijo de puta. Sí, lo es, pero como todo el resto del mundo. Sólo que no nos dedicamos a engañar a nadie, trabajamos con los datos que los clientes nos dan, que la gente nos proporciona, aplicamos las leyes escritas por una oligarquía de poder que se encuentra en cada estado de derecho, y en base a ello ofrecemos todo eso a un juez para que decida. El abogado, no es que sea un hijo de la gran puta, por engañar a nadie, ni mentir, ni mucho menos.  Es un hijo de la gran puta porque tiene que aguantar tanto las mentiras, complejos y prejuicios de los clientes; como luchar con las continuas modificaciones de una etapa de esquizofrenia legislativa;  o intentar hacer conocedor a un juez de un aspecto de importancia que no tiene ganas de aplicar. Nos ganamos dicha fama por saber guiar a los clientes en un mundo que desconocen y que no se molestan en preguntar cómo se organiza.

Ya que finalmente señor Casciari, el mundo puede ser un ideal en la cabeza de los hombres, pero  estamos acostumbrados a vivir en el derecho de otros hombres. Y esto es lo que tanto suele cabrear, y arrancar a idiotas que no se dan cuenta que las leyes bajo las que viven no son las que ellos desean. Y podrán cambiarlas, por qué no, pero para cuando lo hagan serán las de sus nietos y estos no estarán de acuerdo con ellas, nunca llegándose a corresponder con el ideal de justicia preciso para su tiempo.  Y seguramente estos insultarán a los abogados también, por conocer un mundo  que  como demuestra usted también, desconoce.

El mundo es injusto, la inocencia relativa, y la estupidez fructífera, pero  echarle la culpa de todo ello a los abogados, no es ni de cerca preciso. El mundo que vivimos es obra del hombre, en todo su conjunto, y el abogado cuando llegó se dedica sólo a interpretarlo y a entenderlo conforme al derecho que le toque vivir. Si el mundo es cruel, injusto y culpable es por la propia naturaleza del hombre, que también puede ser justa, inocente, y amable. Y tristemente idiota.